martes, 27 de julio de 2010

A PROPÓSITO DE MONSEFÚ: ATRACTIVOS TURISTICOS



Reportaje a Monsefú.

Entrevista al Profesor Limberg Chero Ballena, fundador del FEXTICUM. Textos del año 2006 en calidad de estudiante (trabajo universitario), Edgard Luis Gonzales Quesquén Hoy Periodista Colegiado.

A 14 kilómetros de la Ciudad de Chiclayo, jurisdicción de la Región Lambayeque, en la costa norte del Perú, se ubica uno de los distritos más singulares, dadas sus características geográficas y estirpe labriega de sus pobladores de origen Mochica-Chimú, han logrado hacer del folclor y la gastronomía, la expresión genuina de los pueblos del norte, motivo del atractivo del turista nacional e internacional.

Con el ánimo de conocer sus principales expresiones populares, nos dirigimos hasta este pintoresco lugar, que luego de tomar la carretera Chiclayo- Monsefú y tras quince minutos de recorrido, una imponente cúpula denominada el “Arco de la Amistad”, nos da la cordial bienvenida. Hemos llegado a la “Ciudad de Las Flores”, denominada así por el poeta Huancaíno Juan Parra Del Riego.

Imbuidos, por manifestaciones de sus propios pobladores, en las principales costumbres de este ancestral pueblo, se ha podido conocer que desde las cuatro de la mañana los campesinos van a la chacra, los comerciantes a Chiclayo mientras las voces aclarando el tiempo y el sereno, siguen curtiendo el rostro y la sombra del madrugador labriego.

Mientras esto sucede con los varones, en “casa las mujeres calientan la brisa con brazas de espino y algarrobo hirviendo el mote en ollas gordas de barro para el desayuno del campo, sobre pencas de carne que se extienden en el tradicional cordel expuesto al sol...” anota así, una expresión literaria del conocido folclorista monsefuano Limberg Chero Ballena.

Este lugar, acogedor para los turistas y visitantes, no solo ha demostrado en los últimos tiempos, sus raíces históricas a través de su nutrido folclor; si no también su especial gastronomía compuesta por diversificados potajes criollos como: el espesado de carne de pecho, la causa monsefuana, la boda de pato, el pepián de pava, migadito de pata de chancho, jugoso de pato “apatao” y el exquisito frito del domingo. Todo eso acompañado de un sudado de lifes, variedades de cebiche, chinguirito y peje en zarza.

Entrevistado Limberg Chero, creador de una de las ferias más importantes del país, que inclusive ha sido incorporada en el calendario turístico nacional, el FEXTICUM, nos hizo a conocer un sin numero de expresiones que enriquecen las costumbres del pueblo monsefuano.

No cabe duda de lo indicado. Recorriendo las calles monsefuanas, pudimos comprobar a sus pregoneros que dan la hora: “ a las seis llama el lechero, a las siete el panadero, a las ocho a vender el sombrero, a las nueve cachemas frescas, pulpo con ajienagua y de las once a las doce la poda. Panquitas de life casero, higadito blando y duro, garbanzos para la merienda”. En Monsefú aun en nuestros días, los pregoneros siguen recicantando en el eco de todo el tiempo.

Prosiguiendo con la investigación para este reportaje, también conocimos la inmensa variedad de chichas, néctar de nuestros incas, que en la original forma de marketing, para cada ocasión, hay un espumante sabor y color tal como nos contaba una veterana monsefuana: “ chicha blanca de maní, pureza de amor hecha en ti. Con mejillas sonrosadas de inocencia comprobada, como chicha de granada.

“Sí le duele el corazón, tome chicha de melocotón. De membrillo para el resfrío. De ciruela para la muela y si el mal es reservado o por cuenta pendiente, no hay como la chicha de piedra caliente”...” Buena moza, trenza larga, aquí está tu amigo, que con chicha pura de higo te brinda su amistad”.

Se dice que históricamente que el pueblo de Monsefú, tuvo sus orígenes en el cerro San Bartolo, en el valle de Chuspo, muy cerca de la vertiente del Río Reque en él la zona de Alicán, donde actualmente se asienta el poblado menor de Callanca. Fue precisamente, por la llegada de una enfermedad denominada la peste Bubónica la que obligó a los antiguos monsefuanos a emigrar hacia la zona oeste, es decir hacia el mar, quedando establecida donde actualmente se encuentra.

Entre sus principales actividades esta la agricultura y la ganadería, destacando los parajes de Valle Hermoso, Pómape, Cúsupe, Larán, Calazán, entre otros. También en los últimos tiempos este distrito ha puesto de manifiesto la dedicación de sus pobladores en la actividad del Comercio y la Artesanía y la floricultura.

En la producción literaria uno de sus principales bates, considerado hijo ilustre de esta tierra, es el poeta Alfredo José Delgado Bravo, secundado también por Don Clodomiro Soto y Ortiz, que a través de su verso describe las originales expresiones de la población descendiente del gran Yampallec.

En la música, se nos informó de un legendario personaje que a través de su orquesta se ha constituido en el verdadero semillero de los músicos monsefuanos, como es el Sr. Rogelio Puicón Custodio. Dícese de el que por su agrupación musical han pasado los ahora exitosos directores y músicos del Grupo 5, Candela, Fantasía, Olas Marinas, Quinta Revelación, entre otros conjuntos musicales. Y por que no, los monsefuanos resaltan con orgullo el éxito de otro de sus hijos predilectos como es José “Pelusa” Escajadillo Farro.

Los monsefuanos son fieles creyentes en su santo Patrón, Jesús Nazareno cautivo, a tal punto que realizan su festividad en dos oportunidades al año, en el mes de septiembre, fiesta del año, y en el mes de marzo, fiesta del medio año, oportunidad donde le rinden honores desde los niños hasta los ancianos, que imbuidos en la fe católica, han considerado a esta imagen procedente de España, su “Centinela y Guía.”

En el contexto de sus creencias, ha tomado especial relieve el curanderismo y en ese sentido ha sido la Ciudad de Monsefú la que ha podido congregar hasta en tres oportunidades a un buen número de curanderos de diferentes puntos del territorio nacional. Ha sido aquí donde la investigación se la medicina folclórica ha dado las mayores sorpresas a la ciencia médica.

El poblador, el estudiante, el profesional y hasta el político de origen monsefuano, presentes en todas partes, se preocupan por el desarrollo de su pueblo. Con sus costumbres y tradiciones y su identidad hecha canción, que les nace del corazón, gritan por todo el Perú: ¡Yo Soy de Monsefú! canción de José Escajadillo. Textos: Edgard Luis Gonzáles Quesquén

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